LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE BERLÍN DE 1936

 

UNA OLIMPIADA MARCADA POR EL SIGNO NAZI

 

Los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936, pasaran a la historia  olímpica, como el intento del pueblo alemán, de demostrar al mundo, la bondad y  la fuerza de la clase  aria, en contraposición, con el resto de las etnias, de los demás países del planeta.

 

Estos Juegos, que fueron otorgados al país alemán en el año  1931, fue la herencia que encontró el gobierno de Adolf Hitler, cuando en 1933, fue designado  Canciller Supremo de Alemania, el cual ya había puesto en marcha la máquina aniquiladota  que tenia en mente, para todo aquello que podía tener un cierto origen judío, que según su criterio, era una  intromisión de elementos externos, que podían dañar los incipientes fundamentos de la nueva política del régimen  nazista.

 

A partir de esta designación como Jefe  Supremo, se instauró una política de segregación racial, nunca vista hasta entonces, siendo expulsados  sistemáticamente del deporte, como así mismo de su presencia en clubes y federaciones, a todos los  judíos, negros, gitanos, y homosexuales, prohibiéndoles a la vez, acceder a cualquier recinto deportivo del  país. Por si esto fuera poco, se ordenó la detención de todas las personas adictas e integrantes de los Testigos  de Jehová.

 

Pero lo que no sabía este  delirante personaje, es que el destino le tenía preparada una sorpresa. La designación de los Juegos  Olímpicos a Berlín, que ya le fueron concedidos en el año 1916 y suspendidos por el estadillo de  la “Primera Guerra Mundial”, que se los encontró encima de su mesa de trabajo, al acceder  a su alto cargo gubernamental, cuyo objetivo  principal, eran sus ansías expansionistas para dominar Europa.

 

Esta designación, que en principio supuso  un freno inesperado a sus macabros proyectos, supuso así mismo un remanso de paz momentáneo, por la oportunidad  de poder comunicar al mundo, mediante este gran evento olímpico, las ventajas y grandeza  de la política nacional sindicalista, como herramienta idónea de gobierno, que según él, deberían imitar  todos los países.

 

Como era previsto, esta designación  motivo en principio un boicot, a estos Juegos de muchos países, entre ellos España, que liderados  por los Estados Unidos, rechazaban participar por considerar que Alemania,  estaba quebrantando el Espíritu Olímpico, por discriminación racial, que según opinión  de Jeremiah Mahoney, el verdadero instigador de este movimiento y presidente de la Federación  de Atletismo de Estados Unidos, vulneraba todos los valores olímpicos.

 

Ante esta posible decisión, al gobierno alemán, no le quedó otra alternativa , que modificar su organigrama organizativo político y deportivo, teniendo presente que todo el puebl o alemán, deseaba por encima de cualquier argumento, tener estos Juegos en su casa.

 

UNA ACERTADA DECISIÓN DE  ADOLF HITLER

 

Joseph Goebbels, conocido como la mano derecha de Hitler
Joseph Goebbels, conocido como la mano derecha de Hitler

Una de las primeras decisiones adoptadas por Adolf Hitler, fue  nombrar un responsable de propaganda para este acontecimiento, que no fue otro, que su eficaz Ministro  de Propaganda, Joseph Goebbels, el cual planificó un perfecto organigrama de trabajo rozando la perfección, de lo que tiene que ser la organización  de un acontecimiento tan importante, abierto a todos los países del mundo.

 

Una de sus principales acciones, fue intentar silenciar lo antes posible, todos aquellos  signos y rumores, que hablaban de los siniestros planes del “Fhürer” que soterradamente,  iban tomando forma, para ejecutarlos en el momento adecuado. 

 

Muy  deprisa, todo fue borrado y desmentido de forma inmediata, siendo suprimidas todas las campañas antisemitas,  que habían sido constantes, desde la llegada del “Fhurer” al poder. La perfecta orquestación,  dio sus frutos, dado que todo quedó eliminado en un abrir y cerrar de ojos, con la colaboración  de la Gestapo, la guardia secreta del Tercer Reich”.

 

Un  boulevard de Berlín en vísperas de los Juegos
Un  boulevard de Berlín en vísperas de los Juegos

Fueron precisamente las  juventudes hitlerianas, las mismas que desde un principio, ya habían invadido todas las calles y rincones  del país, con campañas racistas, con póster y otros rótulos propagandistas, amenazando a la comunidad judía,  lo que hacía presagiar autenticas atrocidades contra la misma  Ellos siempre fieles a los dictados del “Fhürer” fueron los encargados de dejarlo todo limpio y sin ningún atisbo de amenaza contra nadie,  para que  los ojos de los visitantes venidos de cualquier rincón del mundo, solo pudieran observar, la  perfecta organización de los Juegos Olímpicos.

 

A pesar de que la elección de Alemania, fue decidida en el año 1931, bajo la  presidencia del americano  Avery Brundage, que presidía el CIO, la designación  definitiva, no se decidió hasta después del congreso celebrado en Barcelona, en 1933,  presidido ya, por el belga Henri- Baillet-Latour, que hizo valer su versión personal, después  de escuchar a las autoridades alemanas, de la certeza de que el cambio político alemán, ya era una realizar,  que contaba además, con todo el respaldo de la ciudadanía alemana.

 

Tan convencido salió de esta entrevista el presidente del CIO, que no dudó en afirmar, que solo Berlín  en aquel momento, era el marco idóneo, para  garantizar, no solo una gran organización deportiva,  sino también, el éxito asegurado de asistencia de público. Este fue el primer paso positivo, que se apuntaron  los miembros del comité organizador de los Juegos. Poder convencer a todos los países del mundopara acudir a la cita de Berlín.

 

BERLIN PRESENTA SU IMAGEN MÁS PERFECTA

 

La actriz Marlene Dietrich,     reina de la “glamour” alemán
La actriz Marlene Dietrich,     reina de la “glamour” alemán

Eran los tiempos de la  modernidad alemana, cuando Berlín era  el epicentro comercial y financiero de todas las actividades industriales y económicas del país, y donde  se centraba toda la vorágine de la frenética vida nocturna berlinesa.

 

Sus  famosos “cabarets” abiertos a los más espectaculares eventos, eran un punto de atracción  para todos los visitantes. Era la época de furor del “charlestón”, en los más rutilantes músic hall de la capital,  donde las más destacadas  starlets del varietté, encabezaban las carteleras  de este mundo de la farándula,  proporcionándoles  todo aquel “glamour”, de la que  siempre alardeó la capital berlinesa.

 

Estamos hablando  de los felices años 1930, donde toda la población, una vez aparcado el preocupante tema político, lo único que tenían en  mente, era que llegara  lo antes posible, el instante de inauguración de los Juegos Olímpicos,  convencidos totalmente, de que serían el mejor escaparate, que se podían mostrar al mundo, para vender las  excelencias y la bonanza de la nueva política del gobierno nazi.

 

Pero  todavía había más. Era la época, donde resplandecía con toda su esplendor, la  más famosa estrella  del cine mundial, la idolatrada Marlene Dietrich, donde los sones de su famosa canción  “Líli Marleen” fue injustamente calificada, como un mensaje dictado por el nuevo gobierno alemán,.  Pero no todos creían que fuera así. Solo era una preciosa canción del día, muy popular que todos conocían.

 

UNA PERFECTA ESTRUCTURACION DEPORTIVA

 

Como casi siempre, los aspectos referentes al deporte, unas veces eclipsan  a los políticos, y en otros son los políticos, los que oscurecen al deportivo. En estos memorables Juegos,  estaban en entredicho los dictados de Hitler.

 

Adolf Hitler, presidiendo la Ceremonia de Apertura de los Juegos de Berlín de 1936
Adolf Hitler, presidiendo la Ceremonia de Apertura de los Juegos de Berlín de 1936

Uno  era su lucha racial y antisemita, y por el otro, querer  demostrar al mundo  la capacidad organizativa  de la nueva doctrina nazi.

 

En el primero de ellos, no hay duda de que Alemania, se apuntó  un gran éxito, al conseguir ser el país que mayor cantidad de medallas alcanzó, como así mismo, en el  apartado  de organización, que rozó los límites de la perfección.

 

Pero  en el político la derrota más inesperada y estrepitosa, que nadie podía imaginar,  las sufrió en su propio carne, Adolf Hitler, quedando en evidencia ante millones  de personas de todo el mundo.

 

Un solo hombre, Jesse  Owens, de origen afro-americano, tiró por tierra ante las mismas narices del “Fhürer”, toda su estudiada parafernalia política, de segregación racial, al demostrar con sus incontestables  triunfos y plusmarcas mundiales, que la gloría no solo la podían alcanzar los atletas de la raza aria,  sino que estaba al alcance de cualquier deportista, sin importar su procedencia, su religión, su credo y  su tendencia política. Por una vez, aunque solo fuera transitoriamente, un solo atleta, se impuso su ley sobre  las ideas del hombre, que aspiraba a dominar al mundo.

 

ADOLF HITLER SUPO ENCAJAR SU  DERROTA

 

Su faraónica idea estaba a la vista de todos. La espectacular construcción  del mejor estadio del mundo, con una capacidad para más de 100.000 espectadores, a los que siguió, adjunto  al mismo, la no menos majestuosa pileta de natación, con otra capacidad récord de localidades, para más de  20.000 espectadores, fue el primer paso para culminar uno de sus previstos objetivo, y el marco ideal, para  el desarrollo de las pruebas de natación.

 

La culminación  de todo este trabajo tuvo su cenit, el día de la inauguración, cuando una vez efectuado el desfile, y encendido  el pebetero, los 120.000 espectadores presentes, entonaron el himno alemán “Deuschland, Deuschland,  über Alles”, formado por un  coro de más de 3.000 cantantes,  que  dirigidos por Richard  Strauss, lanzaron al aire  al final del mismo, el estridente grito “Hiel Hitler” que  debió escucharse por todos los confines de la capital alemana.

 

En estos Juegos intervinieron 3.738 hombres y 328 mujeres repartidos entre 49 equipos, siendo el  día de inauguración, el 1 de agosto de 1936, con el Juramento de atletas a cargo de Rudolf Ismayr.

 

La imagen del pebetero, con la llama encendida en las ruinas de la antigua Olimpia
La imagen del pebetero, con la llama encendida en las ruinas de la antigua Olimpia

El Jefe de protocolo de los eventos deportivos,  fue encargado a Carl Diem, un hombre que nunca figuró en el CIO, pero que  luchó con gran ahínco, para recuperar para Berlín, aquellos Juegos de 1916, que solo el estallido  de la Primera Guerra Mundial, impidió organizar.

 

La constancia de Carl Diem tuvo su  recompensa 20 años más  tarde, una vez supo vender muy bien este proyecto, para impulsar la candidatura de la capital  berlinesa, cuando  el  poder alemán, todavía  estaba en manos de Heinrich Brüning.

 

Otra  de idea de esta estructuración ideada por los alemanes, fue traer por primera  vez, el Fuego Olímpico, encendido en el propio Santuario de Olimpia, antigua  sede de los Juegos de la Antigüedad, mediante relevos, con más de 5.000 atletas, que atravesando  siete países, hicieron llegar la Llama Olímpica, al pebetero del majestuoso Estadio  Olímpico, donde se mantendría encendida durante el curso de los Juegos.

 

Otro  de los retos del gobierno alemán, radicaba en querer demostrar al mundo, no solo una  organización modélica, sino presentar así mismo, una delegación de deportistas que acaparara el máximo de medallas  y borrará del podium, a todos los atletas de diferentes razas, independiente del país que representaban,  como ya queda explicado.

 

Jesse Owens y Lutz Lang, en cordial convivencia, durante el salto de longitud en  Berlín de 1936
Jesse Owens y Lutz Lang, en cordial convivencia, durante el salto de longitud en  Berlín de 1936

Con esta finalidad las diferentes  federaciones deportivas alemanas, hicieron una selecta selección de participantes, a los cuales el gobierno  les dio todo su apoyo, no regateando les ningún tipo de ayuda, pese a ciertos rumores de que alguna vez, se sobrepasaban las reglas del amateurismo.

 

El colmo de este delirio llegó hasta el extremo, de tener que  elegir al atleta prototipo, que representara a la raza aria. El elegido por todos, fue el saltador de longitud,  Lutz Lang, un gran atleta, el cual atesoraba toda la belleza varonil, de lo que tendría  que ser un ejemplo, para toda la juventud alemana.

 

EL MOMENTO MÁS FELIZ  DE ADOLF HITLER EN LOS JUEGOS

 

La llegada del último relevo, portando la antorcha olímpica, fue uno de los momentos culminantes de los Juegos, siendo el deportista alemán Fritz Schilgen, el privilegiado en realizar este último tramo con la llama encendida, en el Valle de Olimpia

La llegada del último relevo, portando la antorcha olímpica, fue uno de los momentos culminantes de los Juegos, siendo el deportista alemán Fritz Schilgen, el privilegiado en realizar este último tramo con la llama encendida, en el Valle de Olimpia

UNA ACTITUD  DE ADOLF HITLER  MUY CONTROVERTIDA

 

En el transcurso de los Juegos, sucedieron una serie de hechos, que levantaron  infinidad de comentarios de diferente índole, en las que prevalecían las críticas al Canciller,  no todas justas, si entendemos que estamos hablando de la vertiente deportiva.

 

El gran Jesse Owens, en la salida de los 200 metros lisos
El gran Jesse Owens, en la salida de los 200 metros lisos

Una  imagen que dio la vuelta al mundo, fue la victoria del gran Jesse  Owens, ganador del salto de longitud, por delante de la esperanza blanca y atleta símbolo del nazismo  Lutz Lanz , con la marca de 8.06 metros. Se comentó que ver en lo más alto del podium  a un atleta de color, eclipsando al ídolo local, que estaba un cajón más abajo, como le corresponde al segundo  clasificado, desató un furor incontenible en el “Fhürer”  que siempre, según versiones  de poco crédito, determinó abandonar el palco, para no tener que contemplar semejante humillación.

 

Esto  no es cierto. Momentos antes de abandonar el estadio, Hitler  y Jesse Owens  coincidieron en uno de los pasillos cercanos al palco, tendiéndole la como felicitación  por su triunfo. Antes contempló, como ambos atletas, Jesse y Lutz, dieran juntos  una vuelta de honor al estadio, para recibir las ovaciones del público. Posteriormente, como explicó el propio  Jesse Owens, gobierno alemán le felicitó por correo.

 

Este  inesperado detalle, que lo relata Jesse Owens Owens en sus memorias,  añade que la actitud de Adolf Hitler, fue mucho más cordial y amable, que la que tuvo con  él, el propio presidente de los Estados Unidos.

 

En aquellos momentos el Presidente americano, Franklin Rooselvet estaba inmerso en  las elecciones presidenciales de su país, por lo cual no invitó a Jesse Owens a la Casa  Blanca, junto con otros deportistas de raza blanca, para recibir la felicitación por su actuación  en Berlín.

 

El candidato Roosevet,  tenia por delante un desplazamiento por los Estados del Sur, de marcada tendencia  racista, y una de las sedes principales del Ku Klux Klan, lo cual le podía suponer,  perder unos votos que le eran cruciales para su reelección.

 

El  hecho de homenajear, a un deportista negro en la propia Casa Blanca,  era un riesgo que no quiso afrontar. Como se puede observar, en política sea el país que sea, todo es válido.  Pero en este caso, como puede observarse, Adolf Hitler,  supo estar mucho  mejor en su sitio,  que el presidente americano.

 

Este grandísimo campeón  de color, que los alemanes, apodaron como “el martes negro de Berlín” tuvo que ganarse la  vida, realizando absurdos desafíos con galgos, motos, bicicletas autobuses etc., muriendo en la más profunda  miseria el día 31 de marzo, a los 66 años de edad, en la ciudad de Tucson (Arizona), afectado  por un cáncer de pulmón. Hay que señalar que era un empedernido fumador, consumiendo diariamente un paquete  de tabaco.

 

LA COMENTADA ACTITUD DE HITLER DURANTE LOS JUEGOS

 

Mucho se ha escrito y comentado, que a medida que los atletas foráneos, sobre  todo los de raza no blanca, iban atesorando medallas, y plusmarcas, la ira de Hitler iba  en aumento llegándose en afirmar, que tuvo que abandonar el Palco de Autoridades, por no  tener que contemplar, felicitar y colgar medallas a determinados atletas. Pero esta opinión no generalizada,  dista mucho de ser cierta.

 

Realmente estos comentarios  estaban fuera de órbita. En un principio, lo que verdaderamente deseaba Hitler, era felicitar  y colgar personalmente las medallas a todos los vencedores olímpicos, cosa que si realizó, en las dos primeras  premiaciones. Pero este protocolo, según el responsable del festival, retrasaba considerablemente los  horarios establecidos, por lo que le sugirieron no realizarlo, cosa que el “Fhürer” aceptó  de inmediato.

 

Esto que puede parecer, como otra de las muchas  anécdotas, que hubieron en los Juegos,  fue aceptada por el Jefe del Estado, que sentado  tranquilamente en su sillón presidencial, solo se limitó a alzar la mano, como un símbolo de felicitación  para todos las vencedores, a los cuales nunca les negó el saludo.

 

LOS MEJORES MOMENTOS DEPORTIVOS DE LOS JUEGOS

 

La americana Helen Stephens, ganando la final de los 100 metros lisos
La americana Helen Stephens, ganando la final de los 100 metros lisos

Otro hecho puntual, que hizo historia, vino a continuación. En la delegación  americana, integrada en su mayoría por atletas de raza blanca, también tuvieron cabida, otros diez atletas  de procedencia afro-americana, los cuales ganando un total de 7 medallas de oro, 3 de plata y otras 3 de  bronce, demostraron una vez más al mundo, que en deporte todos tienen cabida por encima de cualquier veto de  tipo racista.

 

Hay que señalar que por primera vez,  unos Juegos Olímpicos  fueron televisados en directo, aunque en un área  muy restringida, de la propia capital alemana, con una visión no demasiado perfecta.

 

A sí mismo, se efectuaron más de 3.000 retransmisiones radiofónicas, que comunicaron  a todos los continentes, este inolvidable acontecimiento olímpico, que tanta expectación levantó, por  las circunstancias ya descritas.

 

La atleta alemana Dora Ratjen era en realidad un hombre
La atleta alemana Dora Ratjen era en realidad un hombre

Un hecho anecdótico, se refiere a la atleta alemana Dora Ratjen,  cuarta clasificada en salto de altura, que se hizo pasar por mujer, cuando en realidad era un hombre.

 

Este hecho, se descubrió en el Campeonato de Europa  de 1938 en Viena, cuando en los mismos, logró superar la plusmarca mundial de la prueba.

 

Cuando se tuvo constancia de esta evidencia, inmediatamente  fue  desposeída de todos sus  registros  atléticos. Por su parte ella alegó, que tuvo que cambiar su nombre,  obligada por la presión de sus superiores y por el honor de la patria.

 

Su nombre verdadero respondía a, Henrich Ratjen, nacido en la ciudad de  Bremen, un día del mes de abril de1916, precisamente dos años antes, de  que la capital alemana organizara los Juegos olímpicos, que le fueron concedidos,  pero que finalmente tuvieron  que suspenderse, por motivo de la “Primera Guerra Mundial”.

 

Una de las estrellas del atletismo femenino, felizmente recuperado, como deporte olímpico,  fue la atleta americana de raza blanca, Helen Stephens, que alcanzó dos medallas de oro  en 100 metros lisos y relevos 4 x 100, derrotando en la primera de ellas, a la anterior campeona de los Juegos  de Los Angeles de 1932 Stanislawa Walasiewicz, con una nueva plusmarca  mundial de 11,5 segundos.

 

La joven danesa Inge Sorensen medalla de bronce en 200 braza
La joven danesa Inge Sorensen medalla de bronce en 200 braza

Siempre como suele suceder, en casi todos los  Juegos, aparecen inesperadamente, las precoces y grandes figuras de cualquier deporte En estos de Berlín,  este honor correspondió a una jovencísima niña danesa, Inge Sorensen, que  con tan solo 12 años de edad, ganó la medalla de bronce, en los 200 metros braza, teniendo además el honor,  de ser hasta aquel momento, la  nadadora más joven de la historia, en acceder a un podium olímpico.

 

En la delegación alemana y como signo de buena voluntad, fueron seleccionadas  dos atletas de ascendencia judía, en la especialidad de esgrima, ambas en la prueba de florete individual,  donde Helene Mayer Ellen-Elek alcanzaron sendas medallas de plata y  bronce.

 

Esto hecho fue considerado, como un acto ficticio,  de la buena predisposición que tenían las autoridades alemanas, para admitir a deportistas de cualquier raza  y continente, con la intención de dejar en evidencia, a todos aquellos, que les señalaban como inductores  de discriminación racial.

 

De Helena Mayer se  tendría que conocer, que ya en los anteriores Juegos de Los Ángeles, de 1932, fue proclamada  campeona olímpica, en la misma especialidad. Nacida en Alemania, era hija de un doctor  de medicina de origen judío, siendo obligada a trasladarse antes de los Juegos, a los Estados Unidos,  donde residía y estudiaba, en el Mills College. Posteriormente fue reclamada,  para volver a formar parte del equipo alemán en estos Juegos.

 

La alemana Helena Mayer medalla de plata en esgrima
La alemana Helena Mayer medalla de plata en esgrima

Retornando  con el deporte acuático, se tendría que mencionar, que los nadadores japoneses, continuaron  manteniendo la hegemonía, mundial, alcanzando en este gran estadio náutico de Berlín, 9  medallas en hombres y una en mujeres, precisamente en la comentada de los 200 metros braza, donde Hideko  Maehata, ganaría la prueba con  la marca de3:03,6 convirtiéndose en la primera japonesa. en acceder  a lo más alto de un podium olímpico.

 

La nadadora holandesa Hendrika Mastenbroek, con  tres medallas de oro, fue junto con el británico Jack Beresford, que se colgó su primera  medalla de oro, en sus cinco anteriores participaciones olímpicas, en la prueba de remo, fueron otras de las  figuras más destacados de los Juegos.

 

El alemán Alfred Schwarmanan ganador de 8 medallas en gimnasia
El alemán Alfred Schwarmanan ganador de 8 medallas en gimnasia

Otrogran protagonista, fue el gimnasta alemán, Alfred Schwarzmanan,  participante en ocho disciplinas, ganando un total de ocho medallas, tres de oro y cinco de bronce,  convirtiéndose en el participante, que más medallas alcanzó en estos Juegos.

 

Por primera vez en unos Juegos, se disputo un torneo de balón a mano, con equipos formados  por 11 jugadores en campo abierto, como deporte demostrativo, no siendo reconocido como olímpico, hasta  los Juegos de Munich de 1972, pero ya en la modalidad de equipos formados por siete jugadores.

 

Entrando en otro de los deportes, que con  el tiempo conseguiría un lugar preferente en todos los acontecimientos mundiales, fue el baloncesto, que ya  estuvo presente en los Juegos de Sant Louis en 1904, también como deporte demostrativo. Esta  vez en Berlín adquirió el rango oficial como deporte olímpico, marcando a la vez un hecho  histórico, cuando el equipo de Estados Unidos, inventor de este deporte, ganó todos sus  partidos, por unos tanteos de más 30 puntos de ventaja, excepto en el partido final, que ganó a Canadá  por el tanteo de 19 a 8 puntos.

 

A partir de aquí  se inició una racha de 64 victorias olímpicas y siete títulos, hasta los Juegos de Munich de  1972, cuando cayó ante la Unión Soviética, por 51 a 50. En este primer evento participaron  un total de 23 equipos.

 

UNA PRESUNTA INTERVENCIÓN  PERSONAL DEL RAIS ALEMAN

 

Otra presencia en los Juegos, correspondía al deporte del balompié, en el  que hubo sus más y sus menos, como sucede casi siempre cuando un equipo, no sabe encajar una derrota. Esto  sucedió en un partido que tuvo una incidencia, que dio pie a muchos comentarios.

 

Todo  sucedió durante el partido entre Austria y Perú, disputado  en Munich, donde ganaron los andinos, por el resultado de 4 a 2, lo cual enfureció  en gran medida al publico asistente, entre ellos al propio “Fürer”, que recordamos,  nació en Austria.

 

Por lo visto, se dijo  que hubo agresiones e invasión de campo por parte de los seguidores peruanos, en su mayoría nacionalizados alemanes  y austriacos, y siempre según rumores que circularon, Hitler, hizo valer su influencia,  para conseguir anular este partido, y repetirlo unos días más tarde, cosa que el equipo de Perú,  rechazó de inmediato, regresando a su país. En el fondo se comentó, que según él, solo un equipo  formado en su mayoría por personas de diferentes etnias, era capaz de organizar un escándalo, como el sucedido  en este encuentro.

 

En la final disputada en la misma ciudad  de Munich, el triunfo correspondió a Italia. que venció a la selección  de Austria por el resultado de 2 goles a 1.

 

EL MARATÓN CASI SIEMPRE TIENE UN PROTAGONISMO ESPECIAL

 

El coreano Sohn-kee-Chung
El coreano Sohn-kee-Chung

Como  en casi todas las competiciones sobre los 42.195 kilómetros del maratón,  siempre suceden hechos, que dejan marcado su impacto en la historia de esta prueba. En esta de Berlín,  no podía ser menos cuando,  el podium final, fue ocupado por dos coreanos, pero que  oficialmente, solo podían participar con el nombre y el escudo de Japón.

 

Corea  que desde 1905 era un protectorado del país japonés,  situación que perduró hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, no podía enviar ninguna  delegación oficial propia, no teniendo más remedio que participar bajo la insignia y la bandera japonesa.

 

El  ganador absoluto fue Sohn kee Chung, atleta  que nació en la ciudad de Pyongyang, pero con el nombre de Kitel-Son, que  era la versión  de su nombre  según el vocablo japonés. Este destacado fondista era un ganador nato, habiendo  vencido entre los años de 1933 a 1936, en diez de los 13 maratones disputados, siendo una figura adorada  por todo el pueblo coreano.

 

En la competición de Berlín,  presenciada por más de un millón de personas, asombró al mundo entero al ganar el oro  y batir la plusmarca mundial con un crono de 2h.29,19 teniendo como compañero de equipo a su compatriota, también  coreano,  Shoryu Nan que se alzó con la medalla de bronce, con 2h.31,42, intercalándose  entre ellos, el inglés Ernest Harper, que llegó con un tiempo de 2h.31,23.

 

Como  puede uno imaginarse, estando en plena reivindicación nacionalista,  este triunfo de los atletas coreanos, sentó fatal a los dirigentes japoneses, que tuvieron que contemplar,  al sonar el himno japonés en la ceremonia de premiaciones, como todo el estadio puesto en pie, contemplaba  a los dos atleta coreanos, con la cabeza agachada sin querer mirar las banderas japonesas, cuando estas eran  izadas, en el mástil del estadio como protesta, por la situación  política de su país. 

 

El casco de la Batalla de Marathón
El casco de la Batalla de Marathón

Al  tratarse de la prueba más clásica y legendaria de todo el programa olímpico,  el gobierno alemán les tenían reservada una agradable sorpresa. Junto a la medalla de oro, entregaría al  ganador, un casco griego auténtico de la Batalla de Marathón que fue encontrada entre las  ruinas de Olimpia, por el arqueólogo alemán, Ernst Curtus.

 

Este  regalo fue bloqueado por el entrenador japonés, como castigo por este  gesto despectivo, quedando guardado el casco en el Museo de Berlín. Tuvieron que transcurrir  más de 50 años, para que esta joya de la época de los Juegos de la Antigüedad, le fuera  otorgado a Sohn- kee-Chang.  Actualmente se encuentra depositada en el  Museo de Seúl.

 

Este héroe del pueblo coreano,  todavía en los Juegos de Seül  de 1988, fue el portador de la antorcha encendida, para  entrar en el estadio con el fuego de Olimpia. Una vez entregado el relevo, sus primeras palabras  fueron: Y ahora, que más puedo pedir, si mi sueño ya lo he visto realizado Que más puedo pedir.

 

Pues  sí, le quedaba otra gesta histórica por ver. La de contemplar,  con sus propios ojos, como un compatriota suyo, Hwang Young-Cho,  ganaba la medalla  de oro en el maratón, de los memorables Juegos Olimpicos de Barcelona de 1992, unos 66 años  más tarde, de su victoria de Berlín, pero esta vez, con la bandera de su Corea,   izada en el mástil más alto del estadio de Montjuic.

 

Falleció  a los 90 años de edad, en el 2002,  y es considerado actualmente, como una de  las personalidades más populares, de la historia de Corea.

 

UN PODIUM MUY CONMEMORADOR DE LA PRUEBA DE MARATÓN

 

El podium triunfador del maratón de Berlín, donde puede observarse a Sohn- kee-Cheng, en el centro, con su compatriota ShoryuNan Delante de él, cabizbajos sin querer mirar la bandera del Japón, en señal de protesta por motivos políticos

El podium triunfador del maratón de Berlín, donde puede observarse a Sohn- kee-Cheng, en el centro, con su compatriota ShoryuNan Delante de él, cabizbajos sin querer mirar la bandera del Japón, en señal de protesta por motivos políticos

Tan solo unas pocas semanas, después de finalizados los Juegos, comenzaron  de forma lenta pero segura, las persecuciones y arrestos, según los dictados del macabro dictador alemán.  Su proyecto aniquilador, de todos los ciudadanos de origen judío, residentes en Alemania y  sus alrededores, era su verdadera asignatura pendiente de aprobar. Todo lo anterior, fue una auténtica parafernalia,  para desviar la atención mundial, de esta estudiada represalia, que solo podía caber en la cabeza,  de un delirante dirigente sin escrúpulos, en pleno Siglo XX.

 

LA COMPLICADA PRESENCIA DE ESPAÑA EN BERLÍN

 

España, que en principio también se apuntó al boicot a los  Juegos, propuesto por los Estados Unidos, opto finalmente por seguir la decisión de los  países, que en principio se negaban a participar, inscribiéndose, en las disciplinas de pentalón modernohípica, tiro, baloncesto y hochey,  dudando hasta el límite del cierre de inscripción, si lo realiza también en atletismo, deporte que  en aquellos años, estaba en uno de sus niveles más bajos. Después de realizar un esbozo de selección, y un  estudio de sus posibilidades, se decidió no participar.

 

Es verdad, que a pesar de los acontecimientos que se avecinaban  en nuestro país, no eran demasiado optimistas, nuestros deportistas estaban muy ilusionados para acudir  a la llamada olímpica, hasta el extremo de que algunos componentes de algún deporte, entre ellos la hípica,  decidieron adelantar su viaje hacia la capital alemana, sufragándose de su propio bolsillo, los gastos que  todo ello comportaba.

 

Todo sucedió un  año antes, o sea en el preolímpico, de 1935, siendo comprados en  Francia,  los presuntos caballos, que deberían utilizar los jinetes españoles para estos hipotéticos  Juegos. Si querías tener uno con una cierta calidad, este tenía un coste, que oscilaba entre las 15 y  20.000 pesetas de la época, sin contar las gastos que llevan aparejados su desplazamiento y su manutención.

 

Nuestra delegación, por desgracia no pudo estar presente en los Juegos de Berlín  de 1936, por culpa de este obligado regreso, motivado por el estallido de nuestra cruenta Guerra  Civil, pero el recuerdo de su breve estancia, y su precipitado regreso a España, dio  pié a una de las incógnitas que todavía hoy, nadie a sabido responder.

 

Se sabe que regresaron todos los jinetes, pero sin sus caballos. Este es el recuerdo  o la anécdota que creó, esta intención española de participar en estos Juegos.

 

Se tiene que conocer que antes de acontecer estos sucesos, Barcelona, era una de las  ciudades, que optaron para organizar  estos Juegos, pero en las votaciones para elegir la sede olímpica, recayeron en Berlín, con  un total de 43 votos por los 16 que obtuvo la Ciudad Condal, que fue segunda en el recuento  final.

 

ANVERSO Y REVERSO DE LA MEDALLA  OLIMPICA DE BERLIN DE 1936

 

 

Campeones olímpicos
100 metros    Jesse Owens 10,3 EUA
200 metros    Jesse Owens 20,7 EUA
400 metros    Archive Williams 46,5 EUA
800 metros    Jun Woodruff 1:52,6 EUA
1.500   metros John Lovelock 3:47,8 NZL
5.000   metros Gunnar Hockert 14:22,2 FIN
10.000   metros Ilmari Salminen 30:15,4 FIN
3000 m.   obstáculos Volmari Iso-Hollo 9:03,8 FIN
110 metros   vallas Forrest Towns 14,2 EUA
400 metros   vallas Glen Hardín 52,4 EUA
Maratón Sohn -Kee-Chung 2h.29,19 KOR
50 klm.   marcha Harold Whitlock 4h.30,42 GBR
Salto   de altura Cornelius Johnson 2.03 EUA
Salto   de longitud Jesse Owens 8.06 EUA
Triple salto Naoto Tajima 16.00 JPN
Salto   de pértiga Earle Meadows 4.35 EUA
Lanzamiento   de peso Hans Woellke 16.20 GER
Lanzamiento   de disco Kenneth Carpenter 50.49 EUA
Lanzamiento   de martillo Karl Hein 56.49 GER
Lanzamiento   de jabalina Gerhard Stock 71.84 GER
Decathlón Glen Morris 7900 P. EUA
Relevos   de 4 x 100 EUA 39,8 EUA
Relevos   de 4 x 400 GBR 3:09,0 GBR
Campeonas olímpicas
100 metros   lisos Helen   Stephens 11,5 EUA
80 metros   vallas Trebisonda Valla 11,7 ITA
Salto   de altura Ibolya Csak 1.60 HUN
Lanzamiento   de disco Gisela Mauermayer 47.63 GER
Lanzamiento   de jabalina Tlly Fleischer 45.18 GER
Relevos   4 x 100 EUA 46,9 EUA

 

Fuentes de información: 

 

Archivos de la Asociación Española de Estadísticos de Atletismo (AEEA)

Listados de la  Association of Athletics Federation

Búsqueda por Internet

Archivos de la Real Federación Española de Atletismo (RFEA)

Hemeroteca de la Biblioteca Nacional de Cataluña

Documentación propia

Libros de la Internacional Athletic Foundation

 

Junio de 2011